Alberto Marcos, que militara en el Real Valladolid durante las últimas quince temporadas, ha asegurado en su despedida del club que se va "con la cabeza bien alta y con el corazón lleno".
Una abarrotada sala de prensa del estadio José Zorrilla ha dicho adiós al que fuera capitán del conjunto vallisoletano, quien, a pesar de que lo intentó, no pudo contener las lágrimas durante su alocución.
"En la cabeza de cualquier jugador está el poder pasar más o menos tiempo dentro de una casa y después piensa cómo va a ser el día de su despedida. Ha llegado ese día y puedo decir con mayúsculas que esta es mi casa", ha comentado Marcos.
A continuación, Marcos ha ido despidiéndose de todos los sectores que rodean al Real Valladolid, empezando por la prensa, a la que ha agradecido que le haya ayudado a hacerle "más fuerte dentro del terreno de juego".
Sobre la afición, el futbolista, que no se retira de la práctica deportiva y que está a la búsqueda de un nuevo equipo a sus 35 años, ha recalcado que "no" se tiene que despedir de ella y que "no" les tiene que decir "nada".
"Me siento tan grande y tan querido cuando salgo a tomarme un vino... Que vengan y me abracen es algo que me llena de plenitud", ha explicado.
Después, Marcos se ha centrado en el club, en las personas que trabajan en él, y lo que le han aportado cada una de ellas a lo largo de los quince años que ha formado parte de la entidad vallisoletana.
"Todo lo que ha acontecido aquí merece palabras bonitas de mi boca, porque hasta los palos me han ayudado a sentirme más fuerte. Aquí están mis mejores amigos, desde el presidente hasta el último, que soy yo", ha indicado.
En este sentido, se ha acordado de cuerpo médico, utileros, delegados, empleados del club y ex compañeros como Santamaría, Víctor, Juan Carlos, Onésimo, Torres Gómez o García Calvo, a los que ha dedicado sentidas palabras de agradecimiento.
También ha nombrado a toda su familia y, sobre todo, de su esposa, ya que, según dijo, sin ella "no hubiera encontrado la estabilidad".
Además, se ha acordado del presidente, Carlos Suárez, quien tampoco pudo contener las lágrimas y con quien, según ha dicho Marcos, ha sabido "diferenciar la amistad del trabajo, algo que poca gente ha sabido hacer".