Diarios, radios y televisiones llevan meses relatando el día a día del fichaje más trabajado del verano 2010, el de Cesc Fàbregas por el Barça. Todos los vaivenes de una negociación de este calado van detallándose a cuentagotas, desde Barcelona y desde Londres, mientras no llega el momento en que se haga oficial el traspaso del actual capitán del Arsenal al club azulgrana. En ese ir y venir de datos, millones de euros, condiciones, llamadas, sugerencias y desmentidos oficiales se acaba por aparcar el motivo fundamental por el cual Cesc representa un refuerzo estratégico para el Barça. Dicho de otro modo, ¿para qué quieren en el Camp Nou a Cesc?
No son pocas las voces que se lo han preguntado, cuestionando su encaje en un equipo ya plagado de peloteros. Para Pep Guardiola no hay duda: la llegada de Cesc enriquecerá espectacularmente las variantes tácticas de un equipo cada vez más corto en efectivos, pero que se aquilata con jugadores capaces de desempeñar con nota varias funciones. Para el club tampoco hay la más mínima duda: traer a Cesc supone gracias a sus 23 años la pervivencia en el tiempo de un modelo de juego vistoso y 'triomfant'.
La adaptabilidad táctica de Cesc ha quedado sobradamente demostrada esta temporada, con el Mundial de ejemplo más reciente. La exhibición de recursos más brillante, en este sentido, la ha dado en el Arsenal. Su técnico, Arsène Wenger, obligado por las lesiones, colocó a su capitán buena parte del año como segundo punta y sus números confirmaron su acierto: 19 goles, 15 de ellos en la Premier League y 4 en la Champions League.
Muchas caras, todas buenas
En realidad, Cesc tiene tantas caras y todas tan buenas que admite el debate respecto a cuál es su posición natural y probablemente todos tengan razón. Además de gol, Cesc tiene pase de apoyo, pase en profundidad y rigor táctico. En el Barça podría jugar de interior en ambos flancos, podría hacer de mediapunta a pocos metros del área y hasta podría ser un mediocentro alegre por delante de la defensa en esos partidos en el Camp Nou ante rivales que vienen con la única misión de cerrarse a cal y canto. Cesc es punta de rombo por arriba, por abajo y por los lados.
Más rotaciones
Traducido, eso significa que la incorporación de Cesc daría mucha tranquilidad a Guardiola para hacer las rotaciones, un recurso que empleó mucho más en su primer año en el banquillo que en el segundo, probablemente por una cuestión de confianza en los relevos. Cesc puede hacer de Xavi, de Iniesta o incluso, en otro estilo, de Messi, con la ganancia de descanso que eso supone. Por todo eso quiere el Barça a Cesc. Ahora, falta lo más importante: que venga